Una idea de Alfredo Valdez Rodríguez

Suplemento de El Pueblo, rabiosamente empecinado
en no creer que aquella verdad es definitiva y total, que ya no existen cosas ni preguntas últimas.

 

Felix Montaldo
PERSONAS QUE ABRIERON CAMINOS NUEVOS
MARIA CURIE
En las vacaciones de verano no fue a ver a su familia sino que se quedó en París donde tomó clases de matemáticas y procuró mejorar su francés. Con esta mejor preparación ya estuvo en condiciones de aplicar a sus estudios toda su capacidad. Sus relaciones con sus compañeros de clase fueron, en general, bastante distantes. No era adicta a las familiaridades: no permitía que la tutearan y ni siquiera que la llamaran por su nombre de pila. Pese a su carácter tímido y retraído se hizo de un grupo de amigos que la admiraban, especialmente la estudiante polaca Jadmiga Dydynska. En julio de 1893 rindió el examen de física y, pese a los nervios y la preocupación con que lo encaró, logró el primer puesto de toda la clase. De esta manera obtuvo la licenciatura en ciencias físicas.
En las vacaciones de ese año fue a Varsovia a pasar con su familia. Allí se recuperó de los agotadores esfuerzos que hizo en París. Convencida de que para progresar en los trabajos científicos era necesario un buen dominio de las matemáticas, su idea fue volver a la universidad para cursar, esta vez, una maestría en dicha ciencia. Pero tenía problemas económicos: no quería seguir recurriendo a su hermana que ahora tenía un hijo y tampoco recargar demasiado a su padre; entonces, apareció nuevamente su buena amiga Dydynska quién la ayudó a conseguir una beca en el fondo del Instituto Alexandrovich del gobierno polaco que le permitió contar con 600 rublos que, para María, eran un dineral.
En setiembre de 1893 regresó a París. Se instaló en una nueva habitación más confortable que la anterior y ubicada en un barrio mejor; tenía pisos de madera (en la otra eran de ladrillo) y las ventanas cerraban bien lo que significó un gran progreso, pese a que también tenía que subir seis pisos para llegar a ella, por la que tenía que pagar 180 francos anuales. Ahora estaba en condiciones de retomar sus estudios en una forma más distendida. Además, en 1894 consiguió un trabajo en la Sociedad para el Fomento de las Industrias Nacionales que consistía en probar la capacidad magnética de varios aceros.
Para su trabajo sólo disponía del laboratorio de La Sorbona que, estaba siempre lleno de estudiantes y era inadecuado para esa tarea. Le comentó su problema a un amigo de sus tiempos de institutriz, un profesor polaco de física, de apellido Kowalski, que impartía clases en Suiza y estaba de paso en París. Este le dijo que había una persona que tal vez la podría ayudar y así María conoció a Pierre Curie.
En julio se graduó en la licenciatura de matemáticas. Es de hacer notar que, años más tarde devolvería el dinero de la beca al Instituto Alexandrovich, para que lo pudiera utilizar otra persona, gesto que pocos estudiantes tenían.

Pierre Curie
Cuando lo conoció María, Pierre Curie era ya un científico de renombre internacional. Estudiaba los fenómenos electromagnéticos y descubrió la piezoelectricidad en 1881 junto con su hermano Jacques. María Curie describió este acontecimiento: «El experimento, escribió, hizo que los dos jóvenes físicos lograran una gran hazaña: descubrir lo que en adelante se llamaría la piezoelectricidad [del griego piezein, ‘comprimir’], que consiste en una polarización eléctrica producida por la compresión de la expansión de los cristales en la dirección del eje de la simetría. El descubrimiento, desde luego, no fue casual: fue el resultado de una intensa reflexión acerca de la simetría de la materia cristalina, que permitió a los hermanos prever la posibilidad de tal polarización… Con una habilidad experimental infrecuente para su edad, los jóvenes lograron realizar un estudio completo del nuevo fenómeno, establecieron las condiciones de simetría necesarias para que se produjera en los cristales, y expusieron sus leyes cuantitativas, extraordinariamente simples, así como su magnitud absoluta para algunos cristales. Varios científicos conocidos de otros países [Roentgen, Kundt, Voigt, Riecke] han seguido investigando a partir del nuevo camino trazado por Jacques y Pierre Curie».
Pierre también inventó un instrumento llamado electrómetro para medir las pequeñas cantidades de electricidad producidas. Lo construyó el mismo ya que tenía una gran habilidad manual. Se lo envió al famoso físico escocés Lord Kelvin acompañado de un trozo de cuarzo piezoeléctrico. En la carta de respuesta decía Kelvin: «Le agradezco mucho por haberse tomado la molestia de conseguirme el aparato con el cual puedo observar adecuadamente el magnífico descubrimiento experimental del cuarzo piezoeléctrico que han realizado usted y su hermano. He escrito una nota para la Revista Filosófica en la que aclaro que su trabajo es anterior al mío.» Más adelante iría a visitarlo a su laboratorio en París.
Su descubrimiento fue usado por Estados Unidos donde se aplicó en un dispositivo llamado sonar que, colocado bajo el agua, podía detectar submarinos, torpedos, témpanos, etc. En 1954 se usó un cristal para transformar luz solar en electricidad.
Actualmente se emplea en micrófonos, piezas de aparatos electrónicos, relojes de cuarzo, encendedores para cocinas a gas, etc. Incluso hay proyectos para el uso de la piezoelectricidad como forma de obtener energía a partir de las diferentes acciones cotidianas; por ejemplo, colocando placas piezoeléctricas en el suelo en lugares donde caminan multitud de personas o en carreteras muy transitadas, se podría obtener electricidad suficiente para diversos usos.
Pierre Curie nació el 5 de mayo de 1859. Fue un niño muy sensible e introvertido por lo cual sus padres optaron por no enviarlo a la escuela sino educarlo en su casa porque le resultaba muy difícil concentrarse en ambientes dispersivos (las interrupciones le impedían fijar su atención). Le enseñaron biología, química, física y geometría, mientras que los conocimientos en historia y literatura los adquirió leyendo libros. María se refiere así a este período de su vida:
«Queda claro -escribió ella- que una mente de ese tipo tiene grandes posibilidades de desarrollo. Y también queda claro que la escuela pública no puede brindar un sistema de educación especial a las personas que tienen esa clase de intelecto. Así que, si bien por un lado la educación básica de Pierre fue irregular e incompleta, por otro, tuvo la ventaja de [liberar su mente de] dogmas, prejuicios o preconceptos.»
Y, en cuanto a su pensamiento que, el mismo Pierre definía como de asimilación lenta, María ve el lado positivo de esa lentitud: «Las capacidades intelectuales de Pierre no eran de las que permiten una rápida asimilación de un programa de estudios obligatorio. Su espíritu soñador no se habría sometido al ordenamiento del esfuerzo intelectual impuesto por la escuela.»
Teniendo 14 años, sus padres descubrieron su talento para las matemáticas y la geometría del espacio por lo cual contrataron al profesor Albert Bazille para que se encargara de su enseñanza. El joven Pierre se aplicó en forma tan intensa en sus estudios que, a los 16 años logró ingresar a la Sorbona después de un gran esfuerzo intelectual. Después de graduarse no pudo seguir la maestría por problemas económicos de su familia, pero consiguió trabajo como asistente en el laboratorio de física de la universidad, donde se le asignaron ciertas horas de clase.
Cuando daba clases se posesionaba totalmente del tema, olvidándose de todo lo demás. Se cuenta que en una oportunidad en la cual, por determinada circunstancia tenía sólo dos alumnos, el grado de concentración a que llegaron fue tal que perdieron la noción del tiempo. Todos los cursos habían terminado y las personas se habían retirado. El sereno, al cerrar no los vio porque estaban en un segundo piso y los dejó encerrados. Cuando terminó la clase y se dieron cuenta de su situación tuvieron que saltar por una ventana al tejado y bajar por un caño del desagüe.
Era incapaz de competir, ya sea por un cargo mejor o por la paternidad de un invento o descubrimiento. Cuando una vez un profesor dejó un cargo vacante no lo quiso reclamar porque esto lo obligaba a convencer a otros profesores, rivalizando con los demás postulantes. María Curie exaltaba su actitud diciendo que era «la de una persona superior que ha alcanzado el nivel más alto de la civilización… un verdadero hombre bueno, lleno de comprensión e indulgencia, dotado de una fuerte compasión hacia la naturaleza humana… ¿Qué diferencia hay -dijo una vez- si no he sido yo quién publicó un trabajo, que importa mientras alguien lo haya hecho?»

 

 

 

Diego Bengoa
Solo

De tus lágrimas desleídas
en el suspiro de un amor,
Con incumplidas promesas
muertas en labios secos

Solo eso me quedó

Un amor ahogado
por el lodo de la ira
Aferrada en la sinrazón
a un recuerdo malherido

Solo eso quedó

Ojos vacíos en sombras
navegan a la deriva
Huyen las caricias
de la piel hacia el abismo

Solo eso

Se diluyen mis pasos
en el vaivén de la orilla
Con un atisbo de sol
acaricio el horizonte

Solo

Ahora no me conoces
En dónde estamos?


Ahora no me conoces
de la edición anterior
Palacio Lacueva y Familia Lacueva (Susana López)

Rodolfo Fuentes
Sobre la Fotografía
«Creo que, en la mayoría de los casos, lo que el artista dice sobre lo que hará o sobre lo que ha hecho es una declaración inadecuada y poco significativa.
La cosa es la obra misma, y en cierto sentido al artista no debe preguntársele sobre la filosofía de vida en la que basa su arte.
Su obra es esa base. La obra es la cosa misma.
Paul Strand, 1974

La fotografía que conspira no es aquella que manipulada torpemente, pretende manipular al espectador. Es la que siendo esencialmente imagen, conspira, conmueve, desconcierta.
Puede parecer dogmático (porque lo es) pero reivindico lo de particular que tiene la fotografía por sobre los pretenciosos experimentos de montaje, escenificación, decoración y otros adornos con se pretende «enriquecer el lenguaje».
Una fracción de segundo, un espacio, un sujeto, una imagen.
Cada fotografía que se muestra es de por sí un ejercicio intelectual abstracto y definitivo.
No es una «via de acceso» a nada que no sea el vínculo que pueda establecer cada imagen entre el fotógrafo y el espectador.
Se pueden juntar fotografías que «digan» cosas parecidas (a criterio de quien las junta, claro) pero también se pueden juntar diversas verduras para hacer un puchero. La suma de las partes no tiene que ver con estas, sino con el hecho de haberlas cocinado juntas. Un conjunto artificial, arbitrario.
Cuando uno fotografía con un propósito discursivo, está circulando por la vía rápida de esta forma expresiva.
Al atribuirle una gramática, una sintaxis a lo visual, se desnaturaliza su identidad, se convierte la posibilidad interpretativa inherente a la imagen en un vehículo literario.
Es imprescindible distinguir entre la fotografía y la herramienta fotográfica. La fotografía es -cuando es- un caudal expresivo que comienza en con el encuentro cómplice en una línea de tiempo, de un recorte caprichoso de lo que la luz revela como realidad y culmina en objeto bidimensional como único resultado vincular.
La herramienta fotográfica, por su parte, es la técnica y parafernalia que nos permite registrar hechos, lugares, artefactos y narrativas, siempre provenientes de otro estadio creativo, de una disciplina ajena al hecho fotográfico.

 

 

Daniel Da Rosa
Serie Mínima
El tiempo es oro
Tocó su tobillo hinchado. Miró al rival que se alejaba con su espalda ancha y el número dos gigante y blanco sobre la camiseta negra. Sintió el galope ensordecedor de una turba de caballos que se le venía encima. Atinó a encogerse, abrazado a sus piernas, como un bicho de la humedad y esperó que lo pasaran por arriba. El pasto cortado y desparejo por la tropelía llovió sobre él. Tenía los ojos cerrados y apenas entreabrió uno para ver qué sucedía y descubrió la inmensa polvareda tapando el sol. Quiso levantarse y huir de allí pero el dolor del tobillo no lo dejaba. En ese instante oyó una voz como si tuviera curtida por el alcohol y el cigarro que le decía: «Quédate ahí tirado pibe, que el tiempo es oro para nosotros.»

 

 

Una vez en China, una estudiante de la Universidad de Xi´an me preguntó qué se pierde escribiendo. Ardua pregunta kafkiana. ¿Y leyendo?.CM

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