Deportados
La Red de Museos, Gobierno de Canelones, Municipio de Santa Lucía
invitan a la exposición “Deportados”, del artista Roberto Saban Reininger
en el Centro Cultural Museo Casa E. Rodó, la que permanecerá por el mes
de agosto.
La particular muestra es una invitación para rescatar nuestros orígenes
escrudiñando la vida de nuestros antepasados. La historia familiar de
Roberto, que motiva la muestra, se parece a tantos otras en estas tierras que
cruzaron en barco desde el continente europeo.
De origen judío, de padre sefaradita o sea nacido en la Península Ibérica, y
de madre nacida en Berlín. Expresa todo el sentimiento de una época de
vergüenza para la humanidad, donde tantos seres humanos fueron
asesinados, cremados, deportados y quienes lograron con sacrificios y
tenacidad recomenzar una nueva vida. A partir de la expulsión de Miguel y
Elena, considerados sin patria por lo que en sus papeles constaba la
incomprensible condición de apátridas. El documento de Elena decía “sin
nacionalidad” por no tener padre alemán y por ser judía. Miguel tenía un
pasaporte donde decía “tránsito sin parar”, no podía quedarse en ningún
lado. Estos personajes de orígenes, de culturas distintas, sufrieron un
destino común de persecución por ser judíos. En el año 39 consiguen
escapar, logrando una visa temporaria para Bolivia, que junto a Shangai
eran los únicos países que permitían la entrada de algunos refugiados
judíos. Es en ese barco que estos jóvenes se conocen y se enamoran, él se
baja en Panamá pero se cartean en inglés porque hablaban lenguas
diferentes, luego se casan en Bolivia.
Este derrotero que termina en el Uruguay de los años 50, hospitalario,
abierto a las minorías y respetuoso de las religiones y de otras culturas,
donde se afincan y tienen su familia. Ni Elena ni Miguel llegaron a tener un
documento legal, el primero que obtuvieron fue un pasaporte uruguayo, lo
que está expuesto en la vitrina de los objetos en esta muestra, indica
Roberto.
Cuenta acerca de una caligrafía que allí puede verse, se pudiera leer en
algunas de las piezas es el español antiguo que se hablaba en la España de
la Edad de Oro, así escribían los judíos que vivían allí, no es hebreo, no es
arameo, es una caligrafía que se llama solitreo, si se pudiera leer sería
Ladino es el idioma que hablan, que se habla en este en la España del siglo
de los 700, años que duró la convivencia musulmán o judío cristiana en
España. En la muestra está traducido como se pronuncia escrito en Latino.
Esta era la lengua en que se escribían Miguel y sus padres, que no
pudieron escapar, y a pesar de haberlo intentado de varias formas nunca los
pudo rescatar y terminan siendo presos en Marsella por judíos deportados,
a un campo de concentración en París y de allí en un tren a Auschwitz
donde terminan siendo asesinados.
Este colage es definido por su autor como recortes con desgarros y debajo
van a aparecer o fotos o en el caso de las cajitas que están colgadas cosas
de color. Esa obra, antes era una exposición de óleos del artista. Sin
embargo, un día decide tapar eso con esta otra historia. Todo surge a partir
de la idea de una docente de la Facultad de Humanidades de Montevideo y
curadora del Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo que fue la
curadora de esta muestra Mª Eugenia Grau . De esta manera se
establecieron como capas entre fotos, cartas, sellos de pasaporte, sus
propios dibujos de gente deportada, los trayectos de las emigraciones.
Todo esto conforma un rescate de la memoria, de eso se trata la muestra,
explica Roberto.
Propósito
El autor, en cada lugar donde expone convoca a hacer talleres de collage
para el rescate de la memoria. Los estudiantes traen fotocopias de los
pasaportes, documentos de los abuelos, fotos, y con eso se arma
plásticamente un rescate de la propia memoria de cada uno. Se proyecta un
taller abierto para liceales de Santa Lucía en el próximo mes de setiembre,
lo que se comunicará previamente, por eso es importante visitar la muestra.
Si bien podríamos subrayar que la historia de Roberto Saban puede ser
bastante singular, el propio artista menciona que gracias a las experiencias
que ha venido desarrollando con estas muestras, cada historia es singular.
Precisamente, señala que hay muchos chicos que reflejan sus dolores
particulares, de sus carencias, por el alcoholismo, por la droga de sus
padres, o por el abandono, todo eso tiene un reflejo en lo plástico. Quizá
no se habla porque da vergüenza, pero cuando se está frente a un material
y trabajamos con las manos, dejando celulares de lado y cortar papel,
recoger la foto, pegarla, sale lo inconsciente se trasunta en lo manual y se
pasa a ser más protagonista de nuestra propia historia.
La gente, muchas veces ha tirado la foto de su familia, por lo tanto se trata
de rescatar la memoria visual, esa que se está perdiendo. Rescatar el árbol
genealógico es interesantísimo, ahí aparecen los orígenes españoles,
italianos, en el barco que vinieron, qué hacían cuando llegaron, qué dejaron
atrás. Conocer esos orígenes es llegar a conocernos más a nosotros mismos,
añade Roberto.
Agrega algo especialmente importante, es lo que ocurre en el rescate de su
historia cuando en 1962 el gobierno francés desclasifica todo el material
nazi que había sido acumulado en los archivos de la ocupación en Francia.
En esa desclasificación de documentos, aparecen los recibos que se
escribían de los prisioneros que estaban detenidos en los campos de
concentración, le retiraban el dinero que tenían en el bolsillo y le hacían un
recibo. Roberto tuvo acceso al recibo de los 3.200 francos que su abuelo
tenía en el bolsillo el día de su detención, porque está firmado por el jefe
del campo de concentración que guardó ese dinero. Los nazis eran muy
ordenados y dejaban todo muy bien escrito quiénes estaban en cada uno de
los vagones que iban a Auschwitz, argumenta, donde también figuraban los
dos abuelos de Roberto.
Quizás haya apellidos que fueron cambiados por temor, otros mal
registrados, habría mucho por descubrir siendo judío, italiano o español,
agrega. Por lo general, los judíos reconocen sus orígenes a partir de la
transmisión oral, tanto en lo cultural como en lo religioso, de la música o
de las comidas, pero no tanto por los apellidos. Roberto explica que
previamente a los tiempos de la Inquisición Española, la Reina Isabel la
Católica brindaba la posibilidad de que si no se quería ser expulsado se
podía cambiar y hacerse “marrano” o sea los que se cambiaba de religión.
Podían adoptar un apellido nuevo y evitaban ser expulsados o caer presos
por la Inquisición. Por eso, hoy aparecen una cantidad de apellidos
españoles que son los judíos conversos, también llamados “marranos” .
Hubo una gran comunidad que desde Ámsterdam emigran a los EEUU o a
Portugal.
Esta muestra está en retazos, es un gran rompecabezas, hay que ir
descubriéndolo, por eso hay una lupa que se presta al entrar para que
alguien que quiera entrar en el detalle pueda verlo, indicó.
El artista Roberto Saban, a través de su trabajo que compone Deportados,
brinda la oportunidad de habilitar un espacio para que la comunidad se
integre, se recree en el encuentro con el arte, pero también para que el
sacrificio de tantos no se pierda en el olvido y se transforme en enseñanza.
Y.S.

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